Una de las frases que me han conmovido este año:
Tiépolo se atreve con el vacío.Es Cees Noteboom, el (extraño para mí) novelista holandés quien comenta la obra de Giovanni Battista Tiépolo, los dibujos que ve en una exposición mientras camina por el museo. Y he asociado esta idea de que el pintor italiano se atreve con el vacío porque he estado pensando que eso es lo que hace Pelechian, atreverse con el vacío, que es quizá uno de los actos más valientes del creador. Todo está vacío: y entonces viene el creador y lo llena con lo que se supone tuvo que estar allí desde siempre. Vino Dios y llenó de tiempo el Universo y lo hizo perecedero, hizo perecedero el vacío. No en balde hay tanta gente que se aferra al creacionismo, porque en el fondo de sus corazones intuyen que esto que vemos no es más que el sustituto del vacío, que cada cosa, cada día, cada sentimiento sólo oculta a nuestros ojos la verdad: que sólo hay vacío. Mucho valor tienen estos, Tiépolo y Pelechian, de meterse así, sin más, con lo que no existe.